LA NECESIDAD de EVITAR TRANSMITIR nuestra ANSIEDAD a los NIÑOSUna de las maneras en que la ansiedad aumenta entre los niños y adolescentes, es cuando se traspasa por parte de los padres o las madres y otros cuidadores en situaciones de estrés, como las que vivimos estos días.
Lo primero que podemos hacer los adultos es auto regular y controlar nuestras emociones para poder transmitir calma y dar la atención y el amor incondicional que necesitan nuestros hijos, además de ser ejemplo. Cuando nuestros propios cerebros están en alerta por algún temor o fuente de estrés, nos podemos irritar fácilmente. También podemos perder el sentido de la realidad en casos más severos, e interpretar mal las cosas. Los adultos también tenemos que buscar formas sanas de desahogarnos, de reconocer y verbalizar nuestros sentimientos y emociones. En los medios, estamos oyendo de aumento en abuso infantil. Según los estudios, una de las grandes causas del abuso físico y emocional por parte de adultos hacia los niños, es el embotellamiento de los sentimientos de estrés de los mayores. Protejamos en medida sana a los niños en la crisis actual, ayudándolos a entenderla, con conversación y cariño desde su nivel madurativo, pero además dando herramientas para gestionar sus emociones y proveyéndolos de tranquilidad dentro de lo posible. Una manera de dar herramientas es ayudarles en la gestión de sus propias emociones y facilitar que las verbalicen para procesar de manera sana. Aunque quieran hacer las mismas preguntas o repetir las mismas cosas una y otra vez, es bueno escuchar (primero conectar con sus emociones, para después poder dar razonamientos o corrección). Es su forma de procesar para poder lidiar y además para poder integrar los dos hemisferios del cerebro. Es el mismo proceso que hay que seguir con niños que han pasado algún trauma. El poder procesarlo verbalmente con alguien que escucha con empatía y aceptación, les ayuda, aunque tengan que repetirlo a lo largo de días o semanas. Es una forma de traer sanidad a las emociones y volver a un estado de normalidad, pudiendo llegar a una aceptación en la medida de lo posible de lo ocurrido, y procesando de manera sana, como señalan los autores Daniel Siegel y Tina Payne Bryson en su libro "The Whole-Brain Child". Al estar todos dentro de casa y sobre todo en viviendas pequeñas, las conversaciones pueden ser escuchadas por los pequeños. Mantengamos las tensiones entre adultos en privado, no mostrando nuestra alteración o conflicto delante de ellos, lo que aumentaría su propia ansiedad. Los bebés también perciben tensión. Además, si logramos calmar la intensidad de nuestra voz y mantener la calma, no solo les ayudamos a ellos, pero a la misma vez nuestro propio estrés se reduce al practicar el autocontrol. Cabe recordar que el estrés severo o prolongado, incrementa las hormonas del estrés como el cortisol, necesario para situaciones puntuales, pero que a la larga perjudica el sistema inmune y otros factores (la calidad del sueño, el humor, incluso la tendencia de aumentar el peso, etc.). Dios ya puso estas pautas: "...no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor." Efesios 6:4 (LBLA). "Disciplina" aquí significa entrenamiento en el original ("paideia"). Cuando Dios dice, "…revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia…” (Col. 3:12b), también es para el trato con los hijos. Lena Esaú Philbrick. Licenciada en Biblia, con cursos en Música, Musicoterapia y psicología. Máster en Psicología Infanto-Juvenil, Máster en Intervención Psicopedagógica, y Máster en Neuroeducación y Optimización de Capacidades.
0 Comments
|
|