CONFINAMIENTO--LA LECTURA, LA MÚSICA y la ORACIÓN para ayudar a los NIÑOSEn estos días de angustia para muchos, la lectura para los niños (¡y los mayores!) es una fuente de calma para aliviar la ansiedad que puede surgir como respuesta al estrés prolongado. Según un estudio de la Universidad de Sussex del 2009, la lectura puede aliviar el estrés hasta un 68%, y menciona el dato de tiempo de 6 minutos, para conseguir un resultado. Tanto la lectura individual (incluyendo el "mirar" libros con dibujos para los más pequeñitos que no leen aún), como la lectura en familia, donde los mayores les leen a los niños, son regalos para no desperdiciar. Hay estudios también para comprobar los beneficios de la lectura en voz alta de los padres o profesores para los adolescentes.
La ansiedad ocurre cuando se activa el sistema límbico en el cerebro, al percibir/experimentar estrés de algún tipo (el cerebro se pone en alerta). Las amígdalas producen hormonas del estrés, que en situaciones normales de emergencia son necesarias y de ayuda, pero que en exceso o en tiempo prolongado, pueden comprometer el sistema inmune. La ansiedad infanto-juvenil se puede manifestar fisiológicamente de diversas formas--irritabilidad, cansancio, insomnio, lloros, enfados, falta de concentración, bloqueos, pérdida de memoria a corto plazo y afectación cognitiva, berrinches, taquicardia, dolor de pecho, nerviosismo, dolor de estómago o de cabeza, eccema, etc. El peligro de la ansiedad es que, si no se trata, también se puede ver acompañada por una depresión después de un tiempo, por el desgaste que produce la ansiedad. Sin entrar en todos los beneficios de desarrollo cognitivo, de lecto-escritura, de conocimiento del mundo que les rodea, y de la literatura rica; si la lectura se realiza tan sólo para reducir el estrés, ya merece la pena. Un tiempo diario de lectura individual, por ejemplo, durante un rato de descanso después de comer, es ideal para una pausa a la mitad del día, para bajar la intensidad del cuerpo/sistema nervioso, traer calma, y recargar para el resto del día. Aunque no tengan el hábito, se puede enseñar y aprender. Y otro rato de lectura antes de acostarse ayuda a conciliar el sueño (¡no pantallas! que privan al cerebro de producir melatonina para poder dormirse). Una de las causas de estrés importante es la falta de ejercicio y movimiento físico al aire libre. El confinamiento dentro de un piso pequeño, sin espacio exterior no es natural para los niños y los adolescentes (no lo es para el adulto, pero lo puede asumir). Los padres están siendo creativos dentro de casa para proveer esta necesidad de movimiento físico, pero carecemos de ese desahogo necesario en estas semanas. El tiempo mínimo del juego libre y ejercicio al exterior para el desarrollo cognitivo, físico, social y emocional idealmente sería de "dos horas diarias para los bebés y niños menores de tres años; de hora y media entre los 4 y los 6 años, de hora y cuarto entre los 7 y los 9, y de una hora en la franja entre 10 y 12 años", según Mayte Rius (La Vanguardia 13/11/2019). Por esta carencia, es aún más importante que potenciemos otras áreas que podamos. Otro regalo para aprovechar es la música. Es el input que más partes del cerebro activa, en especial tocar un instrumento, con lo cual tiene un potencial de influencia para bien o para mal importante. Podemos ser proactivos en aumentar la música edificante en casa para los más pequeños. Alabanzas que contienen la Palabra de Dios impactan la mente con verdad, esperanza y amor. Cantar también nos hace feliz. Puede animar y dar energía, a la misma vez que relajar. Al cantar, se libera en el cerebro serotonina (neuroquímica del bienestar y relajamiento), endorfinas (que también alivian la ansiedad/estrés y el dolor), y oxitocina. El cantar en grupo (en familia en este caso), potencia el beneficio de la liberación de oxitocina, hormona que produce sentimientos de confianza, unión y conexión emocional entre las personas. Stacy Horn, en su libro “Imperfect Harmony: Encontrando la felicidad cantando con otros”, comenta que es “una infusión del tranquilizante perfecto, ese que calma los nervios y eleva el ánimo.” Se refuerza el sentimiento de comunidad al cantar juntos. Así también ayuda con la soledad y a evitar la depresión. Se activa el hemisferio derecho del cerebro de manera positiva, para mejor relajación, y poder desconectar del lado izquierdo que lidia con el estrés. Además, en personas que cantan regularmente, se encuentra menos cortisol, hormona del estrés. Y no es necesario cantar bien, para tener los beneficios. Para dar un paso más de ayuda en proteger, sin ánimo de exagerar la comparación, recordemos el ejemplo en la película “La Vida es Bella”, donde el papá, un bibliotecario judío y su hijo, víctimas del holocausto, usa una mezcla de voluntad, humor e imaginación para proteger a su hijo. La situación es diferente, pero los niños pueden estar sintiendo mucho miedo, y no tienen que lidiar de lleno con toda la realidad del Covid-19, ni necesitan tener tanta información con todas sus implicaciones. Pueden entender por qué permanecemos en confinamiento sin tener todos los detalles, porque no tienen la madurez para asumirlo. No es sobre proteger; es gestionar la información sabiamente según su habilidad de procesar y aceptar, y algunos dependiendo de su personalidad y tendencias ansiosas, necesitan incluso menos información. Las noticias cada noche, no son para ellos. Algunos hacen preguntas como: "¿Los niños también se pueden morir?", "Si me duele la garganta un poco, ¿pasa algo?" Algunos padres y madres, por precaución, sienten la necesidad de no dar besos a sus hijos cuando vuelven de trabajar en el supermercado, al igual que otras medidas más drásticas por parte de los profesionales de sanidad. Los niños saben que estamos en una situación precaria, pero necesitan seguir percibiendo nuestro amor incondicional, y necesitan que estemos “emocionalmente disponibles”, sin aislarnos en nuestra propia ansiedad. Al trabajar la auto regulación de nuestras propias emociones, les podemos ayudar también a ellos, además de estar “presentes”, dando tiempo de calidad, aunque estemos ocupados trabajando desde casa. Recordemos, como hijos de Dios, que tenemos recursos espirituales para combatir el miedo, como nos recuerdan tantos pasajes en la Biblia. Salmos 56: dice, “En el día que temo, yo en ti confío.” Otros ejemplos: Salmos 23:4; 94:19; 2 Timoteo 1:7. Dicen que en la Biblia se nos dice 365 veces que no tengamos temor. Sin entender todo el tema del sufrimiento en el mundo, y sabiendo que no estamos exentos de sufrir, sabemos que Dios es soberano, y siempre está obrando a través de las pruebas que resultan de vivir en un mundo caído, hasta que Él vuelva. A través de toda circunstancia Él en su amor desea traer crecimiento, para acercarnos a Él y para poder glorificarlo (ejemplos: Romanos 8:28; 2 Corintios 4:16-18; 1 Pedro 1:6-9). Recordemos el derecho que nuestros hijos tienen de saber que hay un Creador Dios (Génesis 1 y 2; Juan 1:3), quien les ama y ha provisto la manera de reconciliarnos con Él mediante su Hijo Jesús, para salvación y perdón de nuestros pecados y vida eterna: Efesios 1:7; Marcos 10:45; 1 Juan 3:1; 4:19; y Gálatas 2:20. Juan 3:17 dice: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él.” Dios promete Su paz y Su presencia y ayuda en dificultades. Tomemos tiempo para orar por nuestros hijos y con ellos, leyendo textos alentadores en La Biblia, para echar nuestra ansiedad sobre Él--1 Pedro 5:7 (“ansiedad” aquí es una palabra diferente que significa preocupación en el original, a diferencia de la ansiedad por estrés mencionada arriba como una afectación física). Sabiendo con seguridad cuál es nuestro destino final en la eternidad con nuestro Creador, nos trae paz, consuelo y gozo en medio de las pruebas. Efesios 1:13,14; 1 Corintios 2:9. Aprovechemos estos recursos de la lectura, la música, y la oración para ayudar a nuestros hijos a navegar estas aguas turbulentas del confinamiento. Este tiempo nos puede unir como familia. Creceremos y saldremos más fuertes. Lena Philbrick. Licenciada en Biblia, especialidad Música y cursos en Musicoterapia y Psicología. Máster en Psicología Infanto-Juvenil y Máster en Intervención Psicopedagógica.
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